Dentro del término de Ayera hay un par de lugares que bien merecen varias fotografías, realizar alguna descripción y desde luego recomendar su visita. Se trata de la ermita de San Esteban y de la "piedra de los moros". La ermita de San Esteban es otra ruina encaramada a una elevada plataforma rocosa que sirvió de asiento a civilizaciones anteriores. Se halla a las afueras del caserío de Ayera, a escasos 200 metros al nordeste del mismo (Imágenes 1 y 2).

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La ermita es de planta cuadrada y hechura a base de mampostería reforzada en los lugares sensibles a base de sillares. Posee tres arcos apuntados realizados con dovelas de buena sillería. Está orientada y asienta sobre lo que debió de ser poblado islámico, similar en hechura a los vistos en Marcén, Alberuela de Tubo, Gabarda o Usón, en el entorno próximo. Hay "cías" o silos semiesféricos labrados en la piedra de gran tamaño y con pequeño orificio superior. Dos de ellos han quedado vistos "en corte" como consecuencia del desplome de la mitad de la roca en que se labraron (Imagen 2). En el entorno de la ermita hay un buen número de tumbas antropomorfas con su eje en dirección este-oeste (la cabeza a poniente), como es habitual en las necrópolis de reconquista, momento al que deben de corresponder las aquí mostradas (Imágenes 4 y 5).

En esta misma línea debe de situarse la que llaman "piedra de los moros". No es fácil dar con ella. De nuevo la ayuda del GPS nos es de gran ayuda para tomar la dirección correcta. Se sitúa a unos mil quinientos metros al norte-nordeste del pueblo, saliendo por la pista que pasa a poniente de la ermita de San Esteban (Coordenadas de la piedra de los moros: UTM GPS: 30 723423 4674298).

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Se trata de un gran afloramiento rocoso situado en una mancha de vegetación entre campos de cereal que se halla totalmente saturado de cías de variada forma. Algunas semiesféricas, otras alargadas. Muchas intercomunicadas entre si por orificios en sus laterales y que sin duda fueron lugar de guarda del cereal recogido en el entorno en el momento de ocupación islámica.

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La tradición popular denomina a este lugar "la piedra de los moros" y en esta ocasión acierta, pues es sabido que para el vulgo es obra de moros todo aquello que tenga visos de antigüedad. Tanto da que sea del tiempo de los Reyes Católicos, o neolítico. Y también se atribuyen al lugar propiedades esotéricas en relación con ritos de fertilidad, llegando a comparar oquedades y canales con equivalentes del canal de parto, concluyendo que pasar por ellos es buen ejercicio (previo) para poder quedar encinta (ellas, claro). Lo que si es seguro es que el lugar bien merece una visita. Las imágenes 13 y 14 son capturas de Google Earth de la zona indicando las ubicaciones y mostrando imágenes de aproximación).

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