Desde la parte alta de la ermita a la que se accede por la moderna escalera metálica añadida durante la reciente restauración podemos divisar gran cantidad de terreno del entorno confirmando su uso defensivo. Han sido conservadas bajo una estructura transparente buena parte de las piezas del enlosado que conformaba la terraza sobre la bóveda de la ermita (Imágenes 5 y 6).

La altura también permite fotografiar de modo casi cenital la superficie de la plataforma rocosa sobre la que asienta el templo. En ella destaca la estructura acristalada con la que se ha cubierto y protegido su gran aljibe. En él convergen canales de recogida de aguas. Una escalinata metálica permite acceder al interior y comprobar su magnitud así como la forma apuntada que se confirió a su estructura (Imágenes 2 a 4).

Próxima a la ermita, más al este, se alza la iglesia parroquial dedicada a la Asunción de la Virgen. Desde la terraza de la ermita de Santa Ana, se tiene una privilegiada vista sobre la misma (Imagen 7).

El templo en origen fue románico si bien las notables transformaciones sufridas en el XVII hace necesaria una observación detallada del mismo para adivinarlo. Al exterior no hay nada que lo haga adivinar, aunque una vez visto su interior se puede decir que los pies del templo, por detrás de la torre, son la parte correspondiente a esta época.

Al interior se confirma este extremo, viendo que la nave se corresponde con la del templo original al que se privó de su cabecera para edificar una moderna a base de crucero al añadirle dos amplios brazos laterales y una cabecera plana flanqueada por sendas dependencias auxiliares. El primer tramo de la nave conserva su bóveda pétrea (Imágenes 11 y 12) atestiguando lo dicho. Tres arcos fajones la segmentan en cuatro tramos. El primero conserva su bóveda y los restantes la poseen rehecha a base de lunetos (Imagen 13). La capilla situada frente a la puerta de acceso al templo ocupa la planta baja de la torre adosada al lado norte. En ella hay una bonita pila bautismal gallonada del XVII.