LA GUÍA DIGITAL DEL ARTE ROMÁNICO

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SAN JORGE: PATRÓN Y SANTO PROTECTOR


PRIMERA PIEZA:

En el interior de la parroquial de San Esteban en Botaya, se guarda una pieza esculpida que sin duda es excepcional. Se trata de un timpanillo que lleva esculpido en su centro un infrecuente crismón.

La pieza apareció soterrada en las obras llevadas a cabo detrás de la iglesia, en el solar de la abadía.

En su borde inferior posee sendas entalladuras semicilíndricas que nos hablan de su función: estaba destinada a coronar un vano geminado y entre ambas entalladuras habría un parteluz, probablemente sobre capitel dada su anchura.

En su centro en una superficie circular rebajada, se llevó a cabo su decoración. El borde del círculo presenta una decoración a base de pequeños rebajes que le aportan aspecto denticulado. La escultura, propiamente dicha, muestra un crismón trinitario de siete brazos, con sus símbolos ortodoxamente dispuestos. La letra omega adopta forma flordelisada a modo de pinjante. Hasta aquí, nada extraordinario. La diferencia es que en el centro del crismón, donde en ocasiones hay roseta, se esculpió una carita de tosca labra.

Y la segunda excepcionalidad, que noté revisando imágenes y volví para confirmarlo, la constituye una epigrafía de difícil apreciación. De no ser por el uso de la luz rasante de mi polivalente linterna de mano, no sería posible su lectura.

A ambos lados de la carita puede leerse una inscripción dividida en dos. A nuestra izquierda, en dos líneas podemos leer: "d / GEOR:", y a nuestra derecha: "GII"

Las imágenes bajo estas líneas, interactivas, permiten su mejor lectura. Colocando el cursor sobre las mismas aparece resaltada la epigrafía:

 

SEGUNDA PIEZA:

Esta escultura se halla empotrada en interior de la iglesia de San Ramón Nonato en Binacua. La localizamos en la zona anterior de su muro norte y se halla girada 90 grados a la izquierda, en posición horizontal.

La escultura muestra a un personaje en pie sobre una bestia serpentiforme a la que clava en la boca un bastón en forma de tau. A pesar de su sencilla y tosca labra se advierte que porta vestidura corta con el torso medio descubierto pues se ha señalado su tetilla derecha. Sus pies descalzos pisan sobre la mitad de la bestia que adopta forma de media luna.

Hasta aquí los hechos objetivos. A destacar que entre ambos lugares, en las inmediaciones del emblemático monasterio de San Juan de la Peña, apenas hay 7 kilómetros en línea recta.

Mi hipótesis, que arriesgo, es que ambas piezas representan al santo protector San Jorge y que su factura es debida a un mismo taller medieval influido por la fama del santo que los cruzados traen a su regreso de Tierra Santa.

En la Leyenda Dorada de Santiago de la Vorágine, una de las acepciones que da de la procedencia de "Georgius" hace referencia a la unión de los vocablos "gero" (peregrino), "gir" (cortadura) e "ys" (consejero). Concluye con la unión de ellos para recalcar que describe a un peregrino que vio cortado el hilo de su vida por el martirio y que aconsejó en sus prédicas sobre el Reino de Cristo.

Me quedo con la referencia a "peregrino" porque conviene al bastón que porta el personaje de la segunda pieza. Personaje que mata a un dragón y que de inmediato evoca a dos posibles titulares: San Miguel o san Jorge. Para ser el primero, carece de alas que lo identifiquen; así que me inclino, a pesar de descabalgado, por el segundo.

Es interesante la forma de creciente lunar que adopta el dragón/serpiente. La simbología de lucha contra el mal representado en el enemigo musulmán, tanto para aquellos que vuelven de Tierra Santa como para los que sufren las periódicas razzias de castigo de los habitantes de la Wasca/Huesca musulmana, son evidentes.

En referencia a la primera pieza, el crismón sobre la ventana, como símbolo apotropáico se ve reforzado por el añadido del santo protector y la alusión a su nombre.

Pasado el tiempo, y todavía hoy, el concepto se mantiene en forma de hexapétalas, carlinas o espantabrujas en aquellos lugares por donde pueda acceder el omnipresente y etéreo enemigo a los hogares del Alto Aragón.

Puesto que el eje del discurso es San Jorge, es bueno recordar que aunque el martirio de la figura de San Jorge se produce en el siglo IV, la introducción de su figura en Europa no se da hasta el siglo XII y serán los Cruzados a su regreso de Tierra Santa quienes la vehiculen. San Jorge será el protector de los cruzados en la toma de Jerusalén (1099) Nacerá así la leyenda del Santo Caballero, vencedor del dragón y ayudante mitológico para los reyes cristianos en batallas decisivas contra los musulmanes.

Santo protector de caballeros de ordenes militares como la orden Teutónica o los Templarios. Su cruz, que adornaría a los "cruzados" sería adoptada por los reyes de Aragón y así la encontramos en los escudos aragoneses, adornando el cuartel que hace referencia a la conquista de Huesca por Pedro I, mostrando a los cuatro reyes moros vencidos en los ángulos de esa cruz del Santo Caballero que fue en ayuda del Rey en la batalla del Alcoraz.

Caballeros, verdaderos "milites Christi", que tanto poder llegaron a tener dentro del reino y que hasta consiguieron que Alfonso I a su muerte los hiciese herederos de sus posesiones.

A partir de allí, la leyenda toma nuevo impulso y aparecen dragones en los escudos y yelmos de la realeza y caballeros en pugna con la bestia aquí y allá.

Podemos sentir esa leyenda tanto cuando circulamos por las carreteras del entorno de Huesca, como cuando contemplamos, por ejemplo, el logo del hospital en el que trabajo, que claro está se llama "San Jorge".

 


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