Quinzano se sitúa a unos 20 kilómetros
de Huesca, hacia el oeste, en dirección a Ayerbe. Es una localidad de la Sotonera,
fértil y cerealista desde muy antiguo. En el Campo de Concejo se hallaron
dos jarras de cerámica común y una lápida funeraria de
20 x 22 cm. con inscripción de Marcia Paterna. Materiales
de época romana procedentes de alguna de las múltiples villae
de la zona (Carta Arqueológica de Huesca). Su propio nombre indica
la distancia en millas a la Huesca del primer siglo de nuestra era.
En los libros
que manejo no se hace alusión a la existencia de vestigios románicos
en su parroquial de San Martín de Tours; pero por diversas fuentes,
con pocos días de diferencia, me llegaron un par de informaciones que
apuntaban a la presencia de restos del ábside original, y capiteles
labrados. (13 de mayo de 2004, 2006, 2008 y 2016).
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El 13 de Mayo de 2004, aprovechando
que el tiempo se había olvidado de llover me acerqué a Quinzano
y verifiqué que efectivamente quedan los suficientes vestigios en el
templo para poder afirmar sin lugar a duda su origen románico. La iglesia
a primera vista es una más de las muchas de los siglos XVII o XVIII, grande, alargada,
con torre a los pies que se divisa desde lejos y ábside poligonal,
orientado (Imágenes 3 y 4).
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Posee un atrio con tres arcadas
de medio punto por delante de su fachada sur y tras ellas queda lo que fue
la gran portada sur del templo (Imágenes 2 y
7 a 9). Se halla cegada; pero pueden contemplarse
dos arquivoltas con arista de grueso bocel que apean en dos capiteles a cada
lado mediante ábaco sin decoración. Bajo ellos hay sendas columnitas muy desgastadas que acaban en basas, bastante por encima del pavimento actual.
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En el lado
norte del ábside queda un fragmento de su cilindro absidal y el arranque
del presbiterio, cuidadosamente enfoscados por lo que casi no se pueden apreciar
su sillares (Imagen 4). Los arcos
dovelados del atrio moderno y parte de los muros de la sacristía se
edificaron con sillares procedentes del templo primitivo. Así lo atestiguan
las marcas de cantero coincidentes con las existentes
en lo visto de la portada (Imagen 10).
Adosada a los pies del muro
sur hay una torre, moderna en su remate pero de indudable origen románico
en su arranque. Al interior posee escalera de caracol que veremos más
adelante. Queda buena parte del muro de poniente del templo primitivo (Imagen
6). El templo original
debió de ser de un tamaño notable a la vista de los elementos perimetrales
conservados. Su portada no debió de ser menos y prueba de ello es
que rebasa en altura el nivel del el atrio moderno. Los dos pares
de capiteles vistos están labrados. Sus motivos son muy toscos y rudimentarios
en su hechura. Parecen obra de un escultor local con más voluntad que
oficio.
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Los situados a poniente (Imágenes
12 y 13) muestran un galgo persiguiendo a una liebre de grandes
orejas que corre sobre lo que parece una "B" acostada (Imagen
13). Del capitel interior solo parece adivinarse
una cara en su ángulo, con el brazo en arco hacia arriba.
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La pareja de capiteles a levante
muestran los siguientes motivos: el más exterior tiene una escena de tres personas tras una mesa,
resueltos solo por representación de sus cabezas y los pies asomando
por debajo. No acierto a interpretar la escena frontal del mismo. El más
interior, muestra un curioso gesto realizado por una tosca mano (Imágenes
11 y 15).
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Al interior encontramos una
alta nave con bóveda de lunetos, cabecera poligonal, coro alto a los
pies y presidiendo el altar mayor una ingenua representación ecuestre de san Martín compartiendo
su capa con un necesitado; todo ello moderno.
Bajo el coro, próxima al muro sur está la portada de medio punto dovelada
que da acceso a la escalera de caracol románica que sube al coro, a
cuyo nivel se ha cegado y que debió de continuar hacia el resto de la torre
original (Imagen 20).
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La portada
exterior se corresponde con el altar mostrado en la imagen 18. El aspecto
de lo visto hace orientar la cronología del templo primitivo hacia
el último tercio del siglo XII.
