CAPITEL 
      NÚMERO 38
      Este capitel muestra 
      en las caras de su cesta detalles de la vida de San 
      Silvestre y el bautismo de Constantino.    
    Es continuación del 
      ciclo iniciado en el capitel número 29 y cierra 
      el ciclo del episodio de la conversión y bautismo de Constantino 
      por el papa San Silvestre, magistralmente desvelado por la investigadora 
      Hitomi Asano en 1996. Al mencionado capitel remito 
      para la lectura de la Leyenda Dorada de Santiago de la Vorágine, 
      donde la narración da pie a lo que aquí se escribe en piedra. 
      
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    Al igual que en gran capitel 
      del ala sur, la escena comienza en la cara oscura del mismo (Imagen 
      1). Allí va la alegre comitiva de madres con sus hijos, 
      librados milagrosamente del sacrificio al frente de los cuales va el propio 
      San Silvestre -ya en la cara lateral sur (Imagen 2)- vuelto 
      hacia las mujeres y señalando con su mano a la siguiente escena. 
          
    A continuación de 
      lo anterior, la escena muestra un carro tirado por caballos hacia el que 
      señalaba San Silvestre a la comitiva de madres con sus niños. 
      Probablemente haga alusión a lo dicho en la Leyenda Dorada de la 
      provisión de medios para que madres e hijos fuesen devueltos a sus 
      lugares de procedencia. El propio San Silvestre, mitrado y con báculo, 
      aparece tras el carro, acompañado de dos personajes (Imagen 
      3). 
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    La cara corta del capitel, 
      que mira al patio central (Imágenes 3 y 4) nos muestra 
      a los caballos de la anterior escena y de fondo los muros y portada de lo 
      que debe de ser la basílica de San Juan de Letrán donde según 
      la tradición fue bautizado el emperador Constantino por San Silvestre. 
      
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    Por fin el desenlace de 
      esta larga escena comenzada en el capitel 29 del ala contigua, se produce 
      en la cara norte de éste (Imágenes 5 a 7) 
      en una cuidada escena centrada por la piscina bautismal representada como 
      gran copa alzada sobre dos columnillas decorada con tres círculos 
      conteniendo flores octopétalas. En su interior, el emperador Constantino 
      recibe el bautismo por inmersión oficiado por San Silvestre, mitrado, 
      que situado a nuestra izquierda posa en la cabeza del emperador su mano 
      derecha. Tras él, un acólito porta su báculo. 
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    En la misma escena, a nuestra 
      derecha de la copa bautismal, hay tres personajes más que portan 
      una cruz y también tres niños de entre los librados del martirio.
    Bautismo de Constantino que 
      pone fin a su enfermedad corporal (lepra) y que libera también su 
      alma hacia el bien. Lucha pues entre el bien y el mal, con triunfo del primero 
      representado en la conversión del emperador y el cese de las persecuciones. 
      Bella metáfora para poner punto final a este espacio de pugna entre 
      el bien y el mal en el claustro de San Pedro el Viejo.