Ya casi hace treinta
años que llegué a Huesca. En mis salidas por el campo me
encontré frente a frente con varios edificios románicos
que despertaron en mí el deseo de conocer más sobre ellos. La verdad
es que viviendo en Huesca la cosa tampoco tiene un mérito especial, porque el románico está ahí, a la vuelta de cada
esquina. De aquél momento
recuerdo con fuerza los monumentos que más me sedujeron: San Pedro
de Lárrede, el castillo de Loarre y un pequeño templo inconcluso
lleno de marcas de cantería del que sabían más los
franceses que nosotros mismos: Santiago de Agüero. Tan es así "lo
de los franceses" que el primer libro que tuve en mis manos para
aprender más de esos sitios se llamaba "Aragon Roman"
en francés, escrito por autores españoles con unas magníficas
fotos de "Zodiaque" en blanco y negro. En España no tenía
venta. No interesaba. Hubieron de pasar bastantes años para que
se tradujese al castellano..
Poco a poco parece que
vamos saliendo de esa abulia cultural y hoy el románico es un asunto
que engancha. Muchos disfrutamos del mismo y nos da pie a planear excursiones
tras sus huellas. Fotografiar y compartir es una más de las inevitables
delicias de esta forma de hacer amigos. Muchas veces he comparado
el Camino de Santiago con Internet. Cada uno a su manera son tremendamente semejantes:
sin duda magníficas vías de difusión de cultura,
ideas, arte; pero también caminos por los que transitan pícaros,
trileros, bailarinas, etc. Evidentemente hay que cuarentenar de entrada a quienes
ofrecen compañía al caminar. Las más de las veces
serán buena gente; pero también hay quien trata de despistarte
la bolsa.
Hago esta larga entrada
porque todavía hay quien defiende la peregrina idea de que las
marcas de cantero de Santiago de Agüero no son marcas de época
románica, sino que son obra de época muy posterior, apuntando
hacia el siglo XVII o XVIII. En este maravilloso lío
de lo románico hay un aserto que se cumple: "Ante una hipótesis
determinada, es igual de difícil demostrar su certeza que rebatirla,
por descabellada que ésta sea".
Pues bien, hoy 25 de
enero de 2008 a la vuelta de una jornada fotográfica por la jacetania
he parado una vez más en Santiago. Y mirando por los rincones,
como tantas veces, he dado con la "clave de la llave", no como
confirmación a algo que ya tenía claro sino como argumento
para rebatir argumentos delirantes. Pero antes de compartir
el irrebatible hecho demostrativo de que la llave es marca de un cantero
que trabajó en la primera fase edificativa, veamos algunas imágenes
y compartamos razonamientos.
En primer lugar muestro
una colección de llaves que he tomado hoy en el exterior del templo.
Las he ordenado por el tamaño de su vástago. Desde las que
casi no lo tienen hasta los que son muy alargados. Además, si las
repasáis (son activas: se abren al cliquear a mayor tamaño)
veréis que no hay dos iguales. También se advierten las
líneas de guía del puntero para señalar el dibujo
antes de labrarlo. O dudas en forma de segundo círculo alrededor
de una zona del ojo de la llave. En ocasiones los dientes
van a derechas, otras a izquierdas, etc.
Reflexionemos un instante
sobre la funcionalidad de las marcas de cantería. ¿Para
qué sirven? En la cantera los trabajadores obtienen bloques de
piedra de un tamaño adecuado. Materia prima que el cantero trabajará
con sus herramientas hasta obtener del "sólido capaz"
la pieza deseada. Si se trata de un sillar, que es lo más frecuente,
trabajará cinco de sus seis caras dejando la interior tan solo desbastada.
Las caras de arriba y abajo (lecho y sobrelecho), así como las
laterales (juntas) necesitan un correcto tratamiento para que su ajuste
sea perfecto. En ocasiones ya desde la cantera los bloques de materia
prima traen indicaciones en forma de marcas para que el cantero sepa la
posición que ese bloque tenía en la cantera a fin de
que en la obra sea la misma posición en que se sabe que ha trabajado
bien, soportando presiones naturales. Lechos, sobrelechos y juntas pueden
llevar señales específicas que no quedarán a la
vista.
Tras colocarse el su
sitio el sillar tan solo quedará vista una
sola de sus seis caras, a lo sumo dos o tres si es esquinero o sobresale del muro. Y es objeto de meticulosa preparación
a tallante por el cantero que una vez acabada su labor marcará
la piedra con su signo. Lo hace para llevar contabilidad de su trabajo.
La retribución será proporcional al número y especificidad
de piezas acabadas que serán llevadas a la obra. Cuando es una obra pequeña
y solo hay un cantero no hace falta firmar los bloques. Ya se sabe que
todos son suyos. En obras grandes con muchos grupos trabajando a la vez
la cosa se complica y se requiere esa especial forma de contabilidad.
Muchos trabajadores en la logia indican un comitente poderoso capaz de
pechar con los gastos de todos ellos. Un monasterio, una gran orden o el propio rey.
Las marcas, por lo general
son sencillos símbolos a base de rayas, figuras geométricas,
o más frecuentemente una letra, quizá la inicial del cantero.
Pero hay una serie de marcas, pocas, en las que la complejidad de su elaboración
hace que meditemos sobre la finalidad de la misma. Marcar con la llave
de Agüero sin duda debió llevar bastante más tiempo
al cantero que el hecho de realizar una raya en una de las esquinas de
la cara vista. Y eso nos lleva a pensar
que hay algo que trasciende en la misma a lo puramente mercantil. Permite
apuntar hacia un símbolo de distinción, de vanidad, de demostración
de que esos bloques los ha tallado un "primer espada". Y ello
vale tanto para la llave como para la firma con nombre entero "ANOLL"
que encontramos en esta primera fase de edificación del templo.
Dos gallos en un corral,
y una legión de canteros trabajando alrededor dejando una pléyade
de marcas en el templo. Sin duda quien lo encargó tenía
tras de si tanto poder como arcas llenas de monedas, al menos durante
un tiempo.
Todas las marcas de cantería
en forma de llave se encuentran concentradas en unos sitios muy concretos
del templo. Las encontraréis en la cabecera, dentro de la primera
fase de la obra y con una máxima frecuencia en los ábsides
central y sur, entre la séptima hilada a partir del zócalo
y la imposta, con alguna excepción. Cinco hiladas en las que se
coloca el trabajo de cantería de este maestro cantero que luego
desaparecerá. No hay más llaves en la obra posterior. ¿Quizá
se dedique a labrar otras piezas que no precisen de contraseña
para saber que son suyas?
Al exterior hay setenta
marcas con la llave. Siete en el ábside norte, cuarenta y ocho
en el central, trece en el sur y dos en la porción anterior de
la fachada sur. Veintiséis más hallaremos al interior, también
concentradas en la cabecera; haciendo un total de noventa y seis.
Especial interés
tiene la existente en un arquillo ciego del ábside central (sobre
estas líneas). El bloque fue labrado por el cantero que lo firmó
con la llave y después otro operario le dio la forma que actualmente
tiene, "mordiendo" parcialmente la marca. Dato sin duda de mucho
peso en cuanto a la cronología del marcado del sillar. La imagen es activa y situando el cursor sobre la misma se resalta el perfil de la llave interrumpido por la labra del sillar y también un fragmento del círculo que señalo el cantero.
Quienes aducen que las
marcas se hicieron en siglos posteriores, sinceramente creo que no han
estado en el templo, o si lo han hecho no se han empapado de su arquitectura,
o discrepan por molestar; o a lo peor beben.
¿Quien puede en
su sano juicio argumentar que "por capricho" cinco siglos después
de acabada la obra hubiera quien se dedicase a sembrar marcas de cantero
por los sillares? Y aun admitiéndolo, ¿Por qué no
lo hicieron en los lugares accesibles, como las hiladas en las que se
alcanza con la mano en vez de tener que trepar a escalas para hacerlo?
Y por otra parte, ¿Por qué no siguieron dispersando llaves
por la fachada sur o por la norte, o a poniente? Y puestos a hacer ese
trabajo a destajo -sin comprender bien ni el fin ni lo anteriormente apuntando-
el hecho de labrarlas diferente y unas hacia arriba y otras hacia abajo
no haría sino hacer más penosa la labor, retrepados a elevada
escala.
Y es que las marcas las
hace el cantero en el tajo, con el bloque en el suelo y labra la marca
como más fácil le es en ese momento. Luego en la obra
el bloque se dispondrá de una forma determinada y la marca quedará
unas veces hacia arriba, otras hacia abajo y las más de medio lado.
Bueno, vamos a progresar
en la demostración de que los sillares tenían ya la marca
cuando los colocaron en su posición. La clave está en el
arranque del ábside norte. Santiago de Agüero
es un templo que se asienta sobre su propia cantera. El muro norte está
directamente adosado a la roca de la que se extrajo la piedra. Y es por
el punto en que ANOLL comenzó el replanteo. Dado que la roca es
un referente fijo hubiera sido imprudente empezar a edificar desde el
sur con el riesgo de que no encajase la obra al llegar al punto de convergencia
con el estrato rocoso. Tanto en las imágenes
inferiores como el el fragmento de planta del ábside norte de D.
Zabala en el que he sombreado en negro la situación de la roca
se advierte esta circunstancia.
Y da la casualidad de
que en dos ocasiones, los primeros sillares que se colocan encajados en
el diedro formado entre el ábside norte y la roca, llevan llaves. Los
señalo con flechas blancas en la primera de las imágenes
bajo estas líneas. De ninguna de las maneras
podría nadie grabar allí llaves en los sillares una vez
colocados. Entre la roca y el cilindro absidal apenas hay diez o doce
centímetros. Y la llave está más al fondo, en lo
hondo del diedro. Cuando esos sillares fueron colocados ya estaban firmados con la llave.
Estimo que la evidencia
es incontestable. Ya lo era solo con lo apuntado antes de este dato obtenido
hoy; pero en fin, esto es
como la vida misma, como el Camino de Santiago, como internet... Un delicioso
lío de variopintos y peculiares personajes en tropel que nos hacen
disfrutar discurriendo. Creo que algunos beben.
(Dedico esta
pagina a mi amigo Pedro Sanz Quibus, que sabiendo de mi cariño
por esa marca de cantero que sirve de anagrama al sitio -mirad la cabecera
de la pagina- hizo ex profeso una pieza de cerámica con
ese trascendente símbolo, la enmarcó y me la regaló.
Decora lugar preferente en el salón de mi casa. ¡Gracias, amigo!)