LA GUÍA DIGITAL DEL ARTE ROMÁNICO

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-AGÜERO-SANTIAGO, LA LLAVE COMO MARCA DE PRESTIGIO-



UTM 30T 682475 4690882 696 m.

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(HOYA DE HUESCA)

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Acceso rápido a las distintas zonas de la ermita:


Ya casi hace treinta años que llegué a Huesca. En mis salidas por el campo me encontré frente a frente con varios edificios románicos que despertaron en mí el deseo de conocer más sobre ellos. La verdad es que viviendo en Huesca la cosa tampoco tiene un mérito especial, porque el románico está ahí, a la vuelta de cada esquina. De aquél momento recuerdo con fuerza los monumentos que más me sedujeron: San Pedro de Lárrede, el castillo de Loarre y un pequeño templo inconcluso lleno de marcas de cantería del que sabían más los franceses que nosotros mismos: Santiago de Agüero. Tan es así "lo de los franceses" que el primer libro que tuve en mis manos para aprender más de esos sitios se llamaba "Aragon Roman" en francés, escrito por autores españoles con unas magníficas fotos de "Zodiaque" en blanco y negro. En España no tenía venta. No interesaba. Hubieron de pasar bastantes años para que se tradujese al castellano..

Poco a poco parece que vamos saliendo de esa abulia cultural y hoy el románico es un asunto que engancha. Muchos disfrutamos del mismo y nos da pie a planear excursiones tras sus huellas. Fotografiar y compartir es una más de las inevitables delicias de esta forma de hacer amigos. Muchas veces he comparado el Camino de Santiago con Internet. Cada uno a su manera son tremendamente semejantes: sin duda magníficas vías de difusión de cultura, ideas, arte; pero también caminos por los que transitan pícaros, trileros, bailarinas, etc. Evidentemente hay que cuarentenar de entrada a quienes ofrecen compañía al caminar. Las más de las veces serán buena gente; pero también hay quien trata de despistarte la bolsa.

Hago esta larga entrada porque todavía hay quien defiende la peregrina idea de que las marcas de cantero de Santiago de Agüero no son marcas de época románica, sino que son obra de época muy posterior, apuntando hacia el siglo XVII o XVIII. En este maravilloso lío de lo románico hay un aserto que se cumple: "Ante una hipótesis determinada, es igual de difícil demostrar su certeza que rebatirla, por descabellada que ésta sea".

Pues bien, hoy 25 de enero de 2008 a la vuelta de una jornada fotográfica por la jacetania he parado una vez más en Santiago. Y mirando por los rincones, como tantas veces, he dado con la "clave de la llave", no como confirmación a algo que ya tenía claro sino como argumento para rebatir argumentos delirantes. Pero antes de compartir el irrebatible hecho demostrativo de que la llave es marca de un cantero que trabajó en la primera fase edificativa, veamos algunas imágenes y compartamos razonamientos.

En primer lugar muestro una colección de llaves que he tomado hoy en el exterior del templo. Las he ordenado por el tamaño de su vástago. Desde las que casi no lo tienen hasta los que son muy alargados. Además, si las repasáis (son activas: se abren al cliquear a mayor tamaño) veréis que no hay dos iguales. También se advierten las líneas de guía del puntero para señalar el dibujo antes de labrarlo. O dudas en forma de segundo círculo alrededor de una zona del ojo de la llave. En ocasiones los dientes van a derechas, otras a izquierdas, etc.

Reflexionemos un instante sobre la funcionalidad de las marcas de cantería. ¿Para qué sirven? En la cantera los trabajadores obtienen bloques de piedra de un tamaño adecuado. Materia prima que el cantero trabajará con sus herramientas hasta obtener del "sólido capaz" la pieza deseada. Si se trata de un sillar, que es lo más frecuente, trabajará cinco de sus seis caras dejando la interior tan solo desbastada. Las caras de arriba y abajo (lecho y sobrelecho), así como las laterales (juntas) necesitan un correcto tratamiento para que su ajuste sea perfecto. En ocasiones ya desde la cantera los bloques de materia prima traen indicaciones en forma de marcas para que el cantero sepa la posición que ese bloque tenía en la cantera a fin de que en la obra sea la misma posición en que se sabe que ha trabajado bien, soportando presiones naturales. Lechos, sobrelechos y juntas pueden llevar señales específicas que no quedarán a la vista.

Tras colocarse el su sitio el sillar tan solo quedará vista una sola de sus seis caras, a lo sumo dos o tres si es esquinero o sobresale del muro. Y es objeto de meticulosa preparación a tallante por el cantero que una vez acabada su labor marcará la piedra con su signo. Lo hace para llevar contabilidad de su trabajo. La retribución será proporcional al número y especificidad de piezas acabadas que serán llevadas a la obra. Cuando es una obra pequeña y solo hay un cantero no hace falta firmar los bloques. Ya se sabe que todos son suyos. En obras grandes con muchos grupos trabajando a la vez la cosa se complica y se requiere esa especial forma de contabilidad. Muchos trabajadores en la logia indican un comitente poderoso capaz de pechar con los gastos de todos ellos. Un monasterio, una gran orden o el propio rey.

Las marcas, por lo general son sencillos símbolos a base de rayas, figuras geométricas, o más frecuentemente una letra, quizá la inicial del cantero. Pero hay una serie de marcas, pocas, en las que la complejidad de su elaboración hace que meditemos sobre la finalidad de la misma. Marcar con la llave de Agüero sin duda debió llevar bastante más tiempo al cantero que el hecho de realizar una raya en una de las esquinas de la cara vista. Y eso nos lleva a pensar que hay algo que trasciende en la misma a lo puramente mercantil. Permite apuntar hacia un símbolo de distinción, de vanidad, de demostración de que esos bloques los ha tallado un "primer espada". Y ello vale tanto para la llave como para la firma con nombre entero "ANOLL" que encontramos en esta primera fase de edificación del templo.

Dos gallos en un corral, y una legión de canteros trabajando alrededor dejando una pléyade de marcas en el templo. Sin duda quien lo encargó tenía tras de si tanto poder como arcas llenas de monedas, al menos durante un tiempo.

Todas las marcas de cantería en forma de llave se encuentran concentradas en unos sitios muy concretos del templo. Las encontraréis en la cabecera, dentro de la primera fase de la obra y con una máxima frecuencia en los ábsides central y sur, entre la séptima hilada a partir del zócalo y la imposta, con alguna excepción. Cinco hiladas en las que se coloca el trabajo de cantería de este maestro cantero que luego desaparecerá. No hay más llaves en la obra posterior. ¿Quizá se dedique a labrar otras piezas que no precisen de contraseña para saber que son suyas?

Al exterior hay setenta marcas con la llave. Siete en el ábside norte, cuarenta y ocho en el central, trece en el sur y dos en la porción anterior de la fachada sur. Veintiséis más hallaremos al interior, también concentradas en la cabecera; haciendo un total de noventa y seis.

Especial interés tiene la existente en un arquillo ciego del ábside central (sobre estas líneas). El bloque fue labrado por el cantero que lo firmó con la llave y después otro operario le dio la forma que actualmente tiene, "mordiendo" parcialmente la marca. Dato sin duda de mucho peso en cuanto a la cronología del marcado del sillar. La imagen es activa y situando el cursor sobre la misma se resalta el perfil de la llave interrumpido por la labra del sillar y también un fragmento del círculo que señalo el cantero.

Quienes aducen que las marcas se hicieron en siglos posteriores, sinceramente creo que no han estado en el templo, o si lo han hecho no se han empapado de su arquitectura, o discrepan por molestar; o a lo peor beben.

¿Quien puede en su sano juicio argumentar que "por capricho" cinco siglos después de acabada la obra hubiera quien se dedicase a sembrar marcas de cantero por los sillares? Y aun admitiéndolo, ¿Por qué no lo hicieron en los lugares accesibles, como las hiladas en las que se alcanza con la mano en vez de tener que trepar a escalas para hacerlo? Y por otra parte, ¿Por qué no siguieron dispersando llaves por la fachada sur o por la norte, o a poniente? Y puestos a hacer ese trabajo a destajo -sin comprender bien ni el fin ni lo anteriormente apuntando- el hecho de labrarlas diferente y unas hacia arriba y otras hacia abajo no haría sino hacer más penosa la labor, retrepados a elevada escala.

Y es que las marcas las hace el cantero en el tajo, con el bloque en el suelo y labra la marca como más fácil le es en ese momento. Luego en la obra el bloque se dispondrá de una forma determinada y la marca quedará unas veces hacia arriba, otras hacia abajo y las más de medio lado.

Bueno, vamos a progresar en la demostración de que los sillares tenían ya la marca cuando los colocaron en su posición. La clave está en el arranque del ábside norte. Santiago de Agüero es un templo que se asienta sobre su propia cantera. El muro norte está directamente adosado a la roca de la que se extrajo la piedra. Y es por el punto en que ANOLL comenzó el replanteo. Dado que la roca es un referente fijo hubiera sido imprudente empezar a edificar desde el sur con el riesgo de que no encajase la obra al llegar al punto de convergencia con el estrato rocoso. Tanto en las imágenes inferiores como el el fragmento de planta del ábside norte de D. Zabala en el que he sombreado en negro la situación de la roca se advierte esta circunstancia.

Y da la casualidad de que en dos ocasiones, los primeros sillares que se colocan encajados en el diedro formado entre el ábside norte y la roca, llevan llaves. Los señalo con flechas blancas en la primera de las imágenes bajo estas líneas. De ninguna de las maneras podría nadie grabar allí llaves en los sillares una vez colocados. Entre la roca y el cilindro absidal apenas hay diez o doce centímetros. Y la llave está más al fondo, en lo hondo del diedro. Cuando esos sillares fueron colocados ya estaban firmados con la llave.

Estimo que la evidencia es incontestable. Ya lo era solo con lo apuntado antes de este dato obtenido hoy; pero en fin, esto es como la vida misma, como el Camino de Santiago, como internet... Un delicioso lío de variopintos y peculiares personajes en tropel que nos hacen disfrutar discurriendo. Creo que algunos beben.


(Dedico esta pagina a mi amigo Pedro Sanz Quibus, que sabiendo de mi cariño por esa marca de cantero que sirve de anagrama al sitio -mirad la cabecera de la pagina- hizo ex profeso una pieza de cerámica con ese trascendente símbolo, la enmarcó y me la regaló. Decora lugar preferente en el salón de mi casa. ¡Gracias, amigo!)


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