LA GUÍA DIGITAL DEL ARTE ROMÁNICO

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SAN GIL DE LUNA - FOTOGRAFÍAS DESDE LOS ANDAMIOS: GRANDES CAPITELES


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Los grandes capiteles situados en altura de la cabecera de San Gil coronan las seis semicolumnas que proporcionan apeo a las nervaduras de la bóveda absidal y al arco triunfal. El programa iconográfico es desconcertante porque parece que se intentó representar a los evangelistas con sus tetramorfos a lo largo de tan solo tres capiteles (2º, 3º, y 4º por nuestra izquierda), pero la sensación es que hubo errores de bulto en la adscripción de los mismos. Tan solo uno de ellos posee epigrafía original sobre el libro que el ángel posa en la cabeza del tetramorfo señalando a "MARCHVS", aunque lejos de mostrarnos al león, lo que vemos es un toro a modo de Agnus Dei. Otro posee una epigrafía tan sencilla que más parece grafiti indicando hacia "LVCAS" si bien el tetramorfos es el águila de san Juan. Un tercero no posee epigrafía alguna y la supuesta alusión a Mateo pudiera rastrearse en el lateral derecho del que posee la epigrafía "Marchvs" ya que aparecen dos figuras humanas. Además, los dos últimos (5º y 6º) muestran decoración vegetal sencilla que además aparece inconclusa, como indicando un programa agotado o un prematuro parón en las obras del templo afectando también a su cabecera.

El significado del primero por nuestra izquierda, apeo del arco triunfal (Imágenes 2 a 4, número 1 en la la planta de la cabecera), hay que ir a buscarlo en los textos bíblicos para comprender el mensaje vertido en la escultura románica. En este caso hay que hacerlo en un texto del Antiguo Testamento: “David dijo a Saul: cuando tu siervo apacentaba las ovejas de su padre y venía un león o un oso y se llevaba una oveja del rebaño, yo le perseguía, le golpeaba y le arrancaba de la boca la oveja, y si se volvía contra mi, le agarraba por la quijada, le hería y le mataba” (Samuel 17, 34-35). La escena relatada en el capitel es coincidente con la vertida en el texto sagrado. Nos muestra a un león intentando depredar a un cervatillo y a un hombre (David) situado a horcajadas sobre su grupa tomándolo de las fauces con ambas manos para desquijararlo. Esta escena de lucha de hombre contra león es frecuente en el románico pero las más de las veces en referencia a Sansón para señalar su tremenda fortaleza. A primera vista la labra de este capitel podría tomarse equivocadamente como referida a él, aunque la lectura correcta (en especial si tenemos en cuenta que va a continuación del ciclo de san Gil, defensor de la cierva contra sus depredadores humanos) es evidente y remarca esa idea de la lucha entre el bien y el mal; entre quienes acosan a la cierva y su defensor, el santo provenzal. David aparece defendiendo a la oveja del ataque del león como metáfora de lo que el pueblo debía de hacer ante los filisteos. El relato bíblico hace referencia a la oveja como animal depredado, pero en este capitel, para aportar continuidad al mensaje de la cierva perseguida, se nos muestra un cervatillo.
La mitad del capitel situada a nuestra derecha presenta decoración vegetal a modo de palmeta enrollada en su extremo, probablemente porque la escena y la idea que el escultor deseaba transmitir debía de aparecer visible para quienes ocupasen la nave del templo, siendo de menor trascendencia la decoración de la cara oculta del capitel.

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En el siguiente por la izquierda, primero de los dedicados a los "evangelistas" vemos a un ángel nimbado centrando la cara frontal del capitel. Se muestra con sus dos amplias alas oceladas extendidas (número 2 en la la planta de la cabecera). Porta manípulo en su muñeca izquierda y sujeta un libro por encima de la planta situada en el ángulo izquierdo del capitel, de la cual come un águila (Imagen 5). Una rama de la planta cruza por delante del cuerpo del águila tras el que hay una gruesa hoja carnosa (Imagen 7). En la cara lateral derecha se labró la misma imagen del águila, pasante hacia la izquierda con su ala derecha desplegada la cabeza vuelta hacia atrás y en actitud de caminar (Imagen 6).

La imagen 9 es una toma de detalle del libro que porta el ángel. En sus páginas, a las que señala, vemos una inscripción muy poco elaborada en comparación con las de los capiteles de este segundo maestro, que son muy cuidadas. En la línea superior de la página izquierda hay dos letras: “L” y “V”. Continuando la línea, ya en la pagina derecha, vemos una sola letra “C” y en la segunda línea de la página izquierda hay otras dos letras: “A “ y “S”, que no siguen la horizontal. En conjunto puede leerse “LVCAS”, aun cuando la representación escultórica del águila remite sin duda al evangelista San Juan.

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El segundo de los capiteles dedicados a los evangelistas, a la izquierda del vano central (número 3 en la la planta de la cabecera), nos muestra el viviente del toro de San Lucas (Imágenes 11 a 16).
Hay varias incoherencias en este capitel. Una es que el toro se muestra al modo del Agnus Dei, es decir, portado una cruz (Imagen 12) y otra, que el libro que sujeta el ángel sobre su cabeza lleva epigrafiado (en muy buena grafía) la leyenda: “MARChVS” en dos líneas (“MAR”-“ChVS”) a las que señala el ángel nimbado, que también porta manípulo (Imágenes 13 y 14).

Por encima del libro, en la parte alta del capitel, aparece abreviada la denominación de evangelista: “EVLA” con travesaño en el vástago de la “L” como abreviatura de la “T” (Imagen 13).

Al lateral derecho del capitel corresponden las imágenes 15 y 16 donde aparecen dos personajes en pie, uno frente al otro, que como he dicho deberían de corresponder al evangelista San Mateo, duplicado como el resto de los vivientes, si es que la idea fue mostrar a los evangelistas, aunque los personajes son distintos pues uno es barbado y los peinados son diferentes.

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El siguiente capitel, que flanquea el vano central por la derecha (número 4 en la la planta de la cabecera), muestra a un ángel sin nimbo presentando un libro sobre la cabeza de un león alado. En esta ocasión no hay inscripciones. En la cara lateral derecha aparece el mismo león también con la cabeza vuelta hacia la grupa, pero aquí no es alado. Siguiendo la lectura de los anteriores este capitel debería de referirse a San Marcos evangelista (Imágenes 11 a 19).

Si se cometió error en la adscripción de los tetramorfos, pudiera ser ese el motivo de que en el libro de este capitel no haya inscripción alguna. La dedicada a Marcos, perfecta en su epigrafía, pudo situarse en lugar equivocado y ser el motivo de que en el resto de los libros veamos epigrafía tosca o simplemente falta de la misma, como en este descrito.

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El capitel adyacente al de la bailarina (número 5 en la la planta de la cabecera) recibió tan solo sencilla decoración a base de palmetas vegetales y volutas enroscadas en los ángulos. Las caras frontal y derecha están labradas, pero la izquierda, que es menos visible a los fieles, se dejó apenas sin labrar. En esa cara tan solo hay un esbozo de palmetas y la superficie del capitel está repicada en basto (Imágenes 20 a 22). En la imagen 20 puede advertirse un detalle que ha pasado desapercibido en la cabecera de este templo: los capiteles que decoran los vanos no recibieron un cimacio o ábaco como hubiese sido lo habitual. Destaca en esa imagen porque al comparar el capitel grande con el del vano, se advierte con claridad que las cestas están a nivel pero el pequeño no recibió un ábaco que debería de haber continuado el ábaco del capitel grande. Tanto la decoración de este capitel como la del siguiente recuerdan a otras también sencillas, en clave vegetal, en la iglesia de Santiago de agüero, como es el caso del capitel que actualmente sustenta su altar central.

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Algo parecido ocurre con el capitel situado a la derecha del vano sur (Imágenes 23 a 25, número 6 en la la planta de la cabecera) también decorado con motivos vegetales y en el que la cara menos visible (la próxima al ventanal) se dejó sin ninguna decoración, tan solo repicada (Imagen 25).

En la imagen 24 puede verse de nuevo la anomalía descrita de falta de ábaco en el capitel del vano que recibe directamente los elementos de la arquivolta del mismo. Es probable que tras esta anomalía se halle el cambio de planes edificativos producidos por el hallazgo de la "falla de San Gil" y el subsiguiente abandono del plan inicial, lo cual apuntaría a que en ese momento la cabecera no estaría todavía cubierta.

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