El recinto interior del castillo tiene una forma poligonal
irregular (ver planta). Centrándolo y exenta, la torre del homenaje, recientemente
reconstruida es la estructura más antigua del reciento (Imagen 1). Se remonta a la
dominación musulmana, previa a la reconquista por parte de Sancho Ramírez y su hijo Pedro. En su construcción, como es habitual por esta tierra,
se emplea el más abundante material: cantos rodados acarreados por el Cinca colocados en "opus spicatum"
que es la mejor forma de asentar materiales de forma no escuadrada por la mano del cantero. En las esquinas y zonas
sensibles se utilizó sillería bien trabajada.
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Cita Cristobal
Guitart, en su obra sobre los Castillos en Aragón, la existencia de
un antiguo dibujo que da fe de la existencia de un ventanal ajimezado con
arcos de herradura apuntados. Ventanal que siguiendo estas indicaciones se ha reconstruido en la restauración
(Imágenes
1 y 3).
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En la imagen
6 se muestra la edificación referida en el plano
como "dormitorios" a la que se ha cubierto con un desangelado
tejado a un agua dando sensación de "caseta", a lo que
visto en perspectiva (ver página anterior) debió de ser un
importante torreón en el perímetro de la fortaleza.
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Las imágenes
6 y 7 detallan la cabecera poligonal del ábside de la iglesia
templaria del castillo. Tiene sección de medio hexágono y
cada uno de sus lienzos se centra por una de las ventanas absidales. Los ábsides
poligonales al exterior, con o sin columnas decorándolos, son santo
y seña del sobrio movimiento cisterciense: Albero Bajo, El
Tormillo, Ontiñena, etc.