LA GUÍA DIGITAL DEL ARTE ROMÁNICO

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CAPITEL DE DAVID Y LOS MÚSICOS DE JACA.

PRESENTACIÓN OFICIAL TRAS SU RESTAURACIÓN (13-05-2011).


Comenzando la lectura por el lateral del capitel situado a nuestra izquierda, que es la zona más afectada por la meteorología y las escorrentías durante el tiempo en que se ubicó en la lonja chica, hallamos a un tañedor de laúd acomodado a su parco espacio y obligado a descansar el codo sobre la cabeza del organista sito bajo él al tiempo que pulsa la singular cuerda de su instrumento.

Luego otro músico que sopla decididamente una flauta de Pan convenientemente estuchadas sus cañas y unidas solidariamente por atadura cruzada. También llamada siringa en recuerdo de la náyade de Arcadia de igual nombre que para escapar del acoso del dios Pan se arrojó al río y a su ruego fue convertida en cañaveral por las ninfas. Pan abrazó el cañaveral y como le agradase su sonido creó con varias cañitas un instrumento que produjese música con el viento. Le dio, claro está, el nombre de Siringa, su esquiva amada.

En la fila inferior, sentado en improvisada misericordia pétrea un músico descalzo, como todos los de este lado del capitel, hace sonar un órgano portativo de veintiún tubos distribuidos en tres filas. Con su mano derecha acciona la palanca que mueve el fuelle del instrumento mientras que con la izquierda, oculta a nuestra vista, pulsará las teclas que permitirán al paso del aire su manifestación sonora.

Por delante del organista hallamos a un tocador de cuerno. Genuflexo y descalzo se advierte en su cuello una yugular ingurgitada en señal del esfuerzo que para sonarlo hace con sus pulmones.

En la cara frontal del capitel, flanqueando al rey se hallan los dos músicos preeminentes de esta banda. A la derecha del rey, un personaje de desfigurados rasgos faciales a causa de la inclemente meteorología de la capital jaquesa, tañe cos sus manos desnudas salterio de cuatro cuerdas que durante mucho tiempo se consideró pandero cuadrado.

El rey, majestuoso, ocupa el centro de la cara frontal. Sentado en silla de tijera decorada con cabezas y garras de león hace sonar su fídula de arco apoyada en su rodilla izquierda mientras pulsa las cuerda con la mano izquierda y usa el arco con la derecha.

El primer plano de la cara del rey evidencia la noble serenidad de sus rasgos barbados. Cubre su cabeza con la corona, señal de su realeza. Es octogonal y orlada de bezantes y pequeños rombos, probablemente perlas y piedras preciosas. Sus rasgos faciales tan delicadamente labrados, acaso fuesen inspirados en la propia fisonomía del rey Sancho que impulsó su creación y que desde la puerta del templo desease proclamar su adhesión a Roma y a la religión oficial que triunfa y le protege.

A la izquierda del rey, el más importante de los músicos de su banda por cuanto que es con él con quien intercambia por medio de la mirada una conversación gestual ordenando el ataque de la salmodia. El músico, portador de un arpa mediana de nueve cuerdas al que el rey pisa su pie derecho con el suyo izquierdo, acaso para reforzar la orden del inicio melódico, alza su mano izquierda con el índice al cielo para indicar a los músicos el inicio de la melodía... O acaso señala a lo alto, al crismón, indicando a quién va dirigida esta forma de alabanza.


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