El maestro de Agüero trabajó (él o su taller) en nuestra tierra en la segunda mitad del XII. Posee un estilo muy personal destacando los almendrados ojos de los personajes tallados; como "ojos de insecto". También el esmerado trabajo de las vestiduras de los mismos, que se decoran con líneas que muchas veces acaban en espirales y se realzan con pequeñas muescas convergentes en las mismas. La expresividad de sus creaciones es magnífica.

Se repiten de su mano bellas escenas a lo largo de las zonas en que trabajó: su bailarina en difícil contorsión es emblemática. El extraordinario tímpano de la Epifanía de Santiago de Agüero, se repite en El Frago y en Biota. Fieras devorando carneros o centauros sagitarios son algunos de los temas iterativos.

La morfología de las puertas de este Maestro, se repite: vano con forma "antropomorfa", formado por jambas, modillones y tímpano.

Son repetitivos los modillones; en los que una especie de bestia con hechuras de dragón chino, muerde una pierna o dos a las figuras que representan hombres o mujeres (tras conocer la tesis de García Lloret comprendí que las "mujeres" no eran sino representaciones de las almas desnudas en un interesante ciclo muerte-resurrección .

Muestras de su obra se hallan también fuera de nuestra región; por ejemplo en la bella portada de Sangüesa.